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LA TEMPLANZA Puede ser el quebranto de ramas roídas los chasquidos de una mente pérgola, inquieta y serena. Pueden ser las hortalizas de tu rostro meditabundo, selecto y un entrecejo libre péndulo de tu mandíbula. Puede ser la verdad de tu gobierno que empaña de día la sonrisa en mis pupilas. Puede ser que ya no haya polos y una libre templanza se haga presente en los cojines de mi mente. Puede ser que se haga una sola, y perdure todo el día, desde las golondrinas hasta los grillos enmudecer, desde los ríos hasta los posos ennegrecer. Puede ser que haya ligereza en ella como soledades en primavera. Puede ser que haya matices de filantropía como de culebras en misantropía. Así que permite que mastique y saboree tu lenta lengua, tus labios dulces y cansinos, tu sátira, tus defectos porque me traes loca lo confieso, lo confieso con indomable albedrío, amor mío.